Cuando Federico Jiménez Losantos abandone la COPE, y con él Luis Herrero, se habrán ido los últimos del “grupo salvaje” que llegaran desde el exilio de Antena 3. El grupo en sí hace tiempo que dejo de existir, Antonio Herrero murió y José María García les abandonó, dejándoles un helicóptero en la azotea de la emisora.
Luis Herrero cuenta en su libro “En vida de Antonio” que desde el principio estuvieron en la picota, incluido al católico José María García, les acusaban de no seguir el ideario de la cadena, de insultar, etc. Estas acusaciones han sido una constate en todos estos años. Han podido mantenerse, siempre en la cuerda floja, sin terminar de caerse porque “los curas” –la Conferencia Episcopal–, sin apoyarles explícitamente en la mayoría de las ocasiones, no acababan de echarles, hasta ahora.
En la entrevista que concedió para Popular Televisión, a la que ya hice referencia en este blog, entre algunos recuerdos y otros olvidos, José María García se extrañaba de que la Conferencia Episcopal permitiese que en la COPE Federico Jiménez Losantos y Luis Herrero defendiesen la participación de España en la postguerra de Iraq, en contra de los postulados de la Iglesia. Pero esa era la grandeza de la COPE, que los periodistas pudiesen actuar con total libertad, decir lo que creyesen que debían decir independientemente de que coincidiese o no con la postura de “la propiedad”. Eso no pasa en ningún otro medio de comunicación, ni pasará nunca.
Que se marchen Federico Jiménez Losantos, Luis Herrero, Cesar Vidal y otros más no significa que sea el fin de la COPE. Ahora tienen “los obispos” la oportunidad de poner profesionales católicos que además de defender la verdad en libertad también defiendan el ideario de la emisora. El ideario católico no está reñido con la crítica al nacionalismo cercenador de las libertades civiles con la lengua como instrumento inquisitorial, aunque esto moleste a algún obispo que otro. También puede criticar al socialismo, pero que sea un crítica incisiva, no la crítica estúpida y simplona que hacen en Intereconomía –con lo bien que había empezado Antonio Jiménez y ahora se le está llenando “la gatera” de discutidores de bajo relieve–. Incluso, alguna vez, cuando se lo merezca, que también le den algún palito al PP. Pero sobretodo, lo más importante, lo que realmente haría que la COPE siguiese siendo el medio de comunicación más libre de España, es que a través de sus emisiones pudiésemos seguir oyendo lo que no se oye en ningún otro sitio, lo que todo el mundo quiere ocultar, oír cosas como: “11-M, queremos saber la verdad”, porque sino solo serán una radio más, con la única diferencia, con el resto, de que a las doce emiten el Ángelus y con eso no se va a ningún sitio.
La Iglesia ha sido foco que ilumina el camino de la humanidad cuando ha seguido el pasaje bíblico escrito por San Juan (el 8-32): “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, lo cual no ha hecho siempre. Ahora, la Conferencia Episcopal, parte muy importante de esa Iglesia, puede hacer una COPE a su gusto, sin interferencias, pero si fracasa y la destruye no podrá echar la culpa a nadie. En sus manos está que este nicho de libertad siga siéndolo, esperemos que no se haya equivocando.