Para volverse loco
No me cansaré de insistir que la elección de los candidatos de cada partido deberá hacerse, más pronto que tarde, democráticamente. No solo porque es lo decente, lo más lógico y lo más eficiente, sino porque además nos evitaría el espectáculo que soportamos cuatrianualmente los meses previos a las elecciones. Y cada vez es peor.
Empiezo a estar hasta las narices de los rumores, de dimes y diretes, de las puñaladas traperas, de los insultos, del sacarse las tripas por los oscuros rincones, del quita a ese que te es menos leal que yo, etc. Me repugna, me hastía y no creo que sea al único que le pase. Y las formas cada vez son peores, y el nivel más bajo, y las peleas más enconadas.
Esto se tiene que acabar. Se tiene que articular un sistema para que sean los afiliados, de forma democrática, quienes decidan quién opta a cada puesto. Y los que deseen ser candidatos que se postulen públicamente, lo argumenten y se presten al juego de ser elegidos o rechazados.
Coda: Sin insultar se argumenta mejor. Con los motes, que pueden ser muy graciosos, nos enteramos peor que con sus nombres verdaderos. Las denuncias anónimas nunca se pueden tomar en serio.
Nota: la inmensa cantidad de comentarios de la anterior entrada, demuestra que la gente tiene ganas de opinar; si el sistema no se lo permite hacer, lo harán fuera de él.