En defensa de las diputaciones
Vale, echemos un par cuentas. El presupuesto para este año 2012 de la Diputación de Palencia asciende a casi 70 millones de euros, incluyendo la Fundación Provincial para la Promoción Deportiva y el Patronato Provincial de Turismo. Si la cerrásemos, en personal solo nos ahorraríamos lo que se llevan los diputados y sus asesores. El resto son funcionarios de carrera que a otra institución deberían ir. También podemos cambiar la ley y volver a los tiempos de Romanones, que cada vez que este recalaba en presidencia del consejo de ministros, se traía de Guadalajara con él un tren cargado de “funcionarios”. Este ahorro, metiendo todos los gastos de los grupos y tirando por lo alto, sería de millón trescientos mil euros, y si llegan. El resto de los gastos se mantendrían, porque allá donde fuesen los funcionarios luz y teléfono seguirían gastando. Salvo que las funciones que realizan las diputaciones se dejasen de prestar.
No servirán para nada, pero en Palencia es la institución que recauda los impuestos municipales de la inmensa mayoría de los pueblos. Es la institución que más ayuda a los municipios y la que hace una verdadera homogenización de los servicios en todo el territorio provincial. Que se puede mejorar la forma de prestar esos servicios. ¡Hombre! y prestar otros servicios distintos. Pero una mejora no es una eliminación.
En esto estoy en total desacuerdo. Independientemente de lo feos que nos parezcan el presidente de la diputación y los diputados provinciales –o lo cansados que estemos de ver que siempre son de derechas, que también influye mucho– no dejan de ser políticos, de ser cargos elegidos democráticamente, aunque no compartamos la forma de elegirlos; frente a funcionarios puestos por el centralismos pucelano –que no representan a nadie, simplemente son parte de la administración– que es lo que tenemos en la delegación de la junta. Es más, que levante la mano aquel que haya tenido contacto con un jefe de servicio y que este haya sido más cercano que un diputado provincial. Subo la apuesta, comparadme al José María Hernández presidente de la diputación y al mismo cuando era delegado de la junta. Pues eso. Y si aún tenéis dudas preguntad a los alcaldes que prefieren, una diputación –por muy caciquera que sea– o una delegación de la junta, con todo el peso administrativo que trae consigo.
¡Mira! te ha salido un pareado. Pero no te quito la razón. No en que yo sea un cacicón, que para eso hay tener o mando o posibles, y yo de ambas cosas carezco. Te doy la razón en que el sistema de elección de los diputados hace que la compra de voluntades del que ya está instalado sea algo común. Como será la cosa que, en ciertos casos, supera incluso a la dictadura de la partitocracia, sistema de promoción política imperante en el resto de instituciones de este país –políticas y no políticas–. Actualmente en la Diputación de Palencia hay al menos cinco diputados del PP, José Antonio Arija, Jesús Duque, Miguel del Valle, Montserrat Infante y Adolfo Palacios, que el partido no quería mantener, pero a los que no pudieron quitar.
Eliminando la institución no eliminas el caciquismo. El caciquismo se elimina con trasparencia, con un exhaustivo control de los gastos –de ahí la última reforma que obliga que todo gasto tenga que ser aprobado por el diputado de hacienda–, con fuertes sanciones a los infractores, sanciones impuestas por entidades verdaderamente independientes, etc. También ayudaría que los diputados provinciales fuesen elegidos por sufragio directo, como en el País Vasco. Esto es algo que yo sí cambiaría.