viernes, 14 de diciembre de 2012

¿Para qué quieren una Cataluña independiente, si Suiza ya lo es?

Casa de los Pujol-Ferrusola, esta mañana

Jordi, me marcho ya —le dice Marta Ferrusola a su marido, mientras le da un beso en la frente—. Nos vemos esta noche.
—¿A dónde vas, qué no vuelves hasta tan tarde? —pregunta el expresidente de la Generalidad Catalana, dejando la taza de café que estaba tomando sobre el platillo.
—A comprar pescado —responde.
—Y para comprar pescado, ¿necesitas todo el día? —pregunta extrañado, el octogenario dueño de Cataluña.
—Sí. Porque primero he pasar por Lausana a sacar dinero.
—Vaya gaita. Menos mal que ya nos queda poco de aguantar estas molestias. Cuando seamos independientes, ya no tendremos que guardar nuestro dinero en el extranjero. Es más, ni siquiera necesitaremos dinero para comprar el pescado. Nos lo traerán, directamente a casa, nuestros súbditos agradecidos.
—Lo sé, querido. Pero de momento nos toca seguir sufriendo las penurias de estar bajo el yugo del estado español —dice la señora de casa.
Se asoma por la puerta y le grita al chofer:
Fermín, preparar el cotxe!
Marta, ¿por qué le hablas en catalán al chofer, si solo lleva quince días en nuestra patria?
—Para que vaya aprendiendo quién manda aquí —le responde, estirando todo lo que puede el cuello—. Hasta esta noche, Jordi.
La señora sale de la casa y se monta en el coche camino del aeropuerto del Prat.

Torre del castillo de Montjuïc, en el día de la independencia catalana

—Mira hijo —dice Jordi Pujol mientras otea el firmamento— todo lo que alcanzan tus ojos a ver, es tuyo.
—Gracias Jordi. No sabes cuánto me agrada, que seas tan considerado conmigo —le comenta Artur Mas, emocionado.
—¿Cómo?... No, no te lo decía a ti, Arturito —le indica, mientras le aparta y coge del brazo a su hijo Oriol.
—Ven Oriol —poniéndole a su vera—. Todo esto es ahora tuyo. Todas esas fábricas que ves, te pagarán para que las dejemos ir.
De entre el grupo que ha subido a la torre, se oye una vocecita que dice:
—Pero, si se van todas las fábricas de Cataluña, ¿de qué vamos a vivir? —es el ordenanza que les ha acompañado por si necesitaban algo. Habla sin levantar la cabeza, no ha podido evitar decirlo y daría los veinte años que lleva en Cataluña por poder retornar esas palabras a su boca. Jordi Puyol se gira, mira al ordenanza con desprecio y poniéndose de puntillas le responde:
—¿Qué más dará? En las fábricas solo trabaja la charnegada. ¡Que se fastidien por españoles! Los nuestros, en cambio, viven de lo que la Generalitat –y a partir de ahora el Estado Catalá– les proporciona. Así que, nos sobran las fábricas que además afean el paisaje de nuestra patria.
—¿Y quién va a pagar todo eso? —se atreve a preguntar el ordenanza, consciente que de todas formas ya estaba sentenciado y mañana mismo se tendrá que volver a su Córdoba natal.
—¿Pues quién va a ser? —le responde Pujol, dándole la espalda—. Pagarán los de siempre… Madrit. Aunque ese tema, ara no toca.
El resto de los presentes sonríen complacidos por la respuesta dada por el que siempre será para ellos, “President Pujol”.

martes, 4 de diciembre de 2012

El 6 en Colón



Pasado mañana, el jueves 6 de diciembre, España estará en la manifestación convocada por la Fundación DENAES, a las 12 en la calle Colón de Madrid, con el lema “España somos todos” y bajo el siguiente manifiesto:

La unidad de España es la mejor garantía de su pluralidad interna, fundamento de solidaridad entre los ciudadanos y entre sus diferentes regiones, y principio originario de las libertades que hoy disfrutamos. Es por eso que, incluso desde un punto de vista moral, la causa de la unidad es superior a la obsesión fragmentadora, como la solidaridad lo es sobre el egoísmo y el entendimiento sobre el conflicto.

España posee una cultura rica y diversa, es una red tupida de emociones y costumbres, proyectos sociales, comerciales y empresariales, lazos familiares y vínculos afectivos. En definitiva, y como ocurre en cualquier nación de nuestro entorno, existen interconexiones en todos los órdenes de la vida, pública e institucional, pero también privada y familiar. El éxito de los movimientos secesionistas provocaría necesariamente la fractura traumática de esta realidad histórica y acarrearía nefastas e impredecibles consecuencias para todos los españoles. Por eso queremos manifestar nuestro apoyo a todos los ciudadanos que, por vivir en regiones donde han proliferado los mensajes separadores, padecen a diario la exclusión social del nacionalismo y corren el riesgo real de quedar fuera de España y al margen de la Unión Europea.

El tan mentado derecho a decidir, que como otras construcciones eufemísticas que pretenden edulcorar un pretendido e inexistente derecho a la secesión, y que tanto predicamento ha alcanzado en círculos políticos, sociales y mediáticos, es simple y llanamente una falacia, además de un abordaje tramposo del derecho de autodeterminación, que no encuentra amparo ni en el Derecho Constitucional Español, ni en el Derecho Comparado, ni en el Derecho Internacional. Lo que sí existe es el derecho de los españoles a que la legalidad vigente sea respetada, a que las aspiraciones políticas y las reformas se formulen a través de los cauces legales de revisión establecidos, siempre y cuando respeten los principios constitucionales de reforma, y el fundamento expreso que los sostiene, es decir, la indisoluble unidad de la Nación Española.

¿Acaso, hay algún español que no pueda suscribirlo?