Tanto ladrar, tanto ladrar y resulta que era de tu jauría
En semana santa me comentaron que ya se sabía quién era la persona que había iniciado la cadena de emails sobre la salud de Heliodoro Gallego. No lo tomé en serio, creyendo que de ser así ya habría montado el ex alcalde uno de esos shows victimistas a los que tan acostumbrados nos tiene. Pero mira tú por dónde, ahora sabemos porque se lo había callado; porque era de los suyos. Tenía razón Gallego cuando dijo, en la famosa rueda de prensa del 13 de mayo del 2011, que esas eran prácticas deleznables, que no han de permitirse en democracia, que no era de recibo tratar así al adversario político. El problema para Helidoro es que no era consciente de que esas prácticas son siempre exclusivas de los suyos, como se ha demostrado de nuevo.
Espero que, en aras de “la legitimidad que me aporta el ser como soy, transparente y honrado, y para denunciar que me encuentro en la peor campaña de mi existencia por los desprestigios personales, insultos y mentiras” –Gallego, dixit–, presente denuncia por difamación en contra del “cobarde” que tanto daño le hizo a él y a su familia. Ahora que ha perdido las elecciones, no es necesario que pierda la dignidad. Así sabremos si la IP del ordenador utilizado para el insulto está en algún inmueble notable, como puede ser el de la sede socialista de Villamuriel o, incluso, en el propio ayuntamiento del citado municipio. En su día dejé escrito: “espero que todo esto se aclare y que se encuentre a la fuente originaria de la información, igual nos llevamos una sorpresa.” Que malo es el archivo para los facinerosos, pero que bueno es para los que siempre vamos de cara.
No os hacéis idea de la gran satisfacción que ha sido para mí la publicación de esta noticia. Nadie es consciente de los palos que me han dado, por lo subterráneo, al estilo de la casa –de la casa del pueblo, por supuesto– nunca en público, con este tema. Alguno ya tenía elegida la pared donde habían de fusilarme cuando google confirmase, como esperaban, que la IP era la mía. De todas formas, ni espero, ni pido disculpas, si ya nos conocemos. A algunos les vale todo y así les va, a otros, en cambio, solo nos vale la verdad y la decencia. Y así nos va, también.