martes, 9 de agosto de 2016

Sin excusas para mantenerse en el “no”

Hace algo más de una hora, Albert Rivera, presidente de Ciudadanos ha comparecido en el escritorio del Congreso de los Diputados para dar a conocer las seis condiciones –que en realidad son siete porque, además, ha pedido que se fije ya la fecha del debate de investidura– que ha de aceptar Mariano Rajoy, el candidato propuesto por el Rey para ser investido presidente, para que Ciudadanos pase de la abstención técnica al voto afirmativo a esa investidura.

Esas seis condiciones se pueden resumir como: limitación de mandatos, reforma de la ley electoral, imputados fuera de los cargos, el fin de los aforamientos, nada de indultos a corruptos y la creación de una comisión sobre el caso Bárcenas. Todas ellas perfectamente asumibles por el PP, es más, son condiciones que gustan a la mayoría de los votantes del PP y que, probablemente, mañana Rajoy aceptará.

Mañana se iniciará una negociación entre el PP y Ciudadanos que, sí acaba en acuerdo, llevará a que Rajoy se presente a la investidura con 169 votos favorables, a solo 8 escaños de la mayoría absoluta, insuficientes tanto para salir elegido en la primera vuelta, como en la segunda, salvo que el PSOE se abstenga.

¿Puede Pedro Sánchez, y sus acólitos, mantenerse en sus trece y votar “no” en las dos vueltas de la investidura y obligarnos a ir a unas terceras elecciones? Sí que puede, otra cosa es si se lo puede permitir. Puede alegar que en marzo el PP tampoco se abstuvo para que él fuese presidente de gobierno tras el acuerdo con Ciudadanos. El problema es que entonces Sánchez lideraba al segundo partido y que solo tenía 131 votos positivos. Ahora, en cambio, Rajoy lidera el primer partido salido de las urnas y tendría 169 votos positivos, es un escenario bastante distinto. Además, ahora nos veríamos abocados a ir a unas terceras elecciones, que es bastante más indignante que ir a unas segundas, que ya nos tocó, a los españoles, mucho las narices.

Si Sánchez fuese un poco listo, que no lo es y los que le acompañan tampoco, y estuviese dispuesto a terminar aquí su carrera política, que tampoco tiene porque ser así, pero hacerlo con algo de dignidad, negociaría su abstención para llevarse, al menos, las migajas de la tostada que hoy le ha comido Albert Rivera y dejar al PSOE en la mejor disposición posible para ser el partido fuerte de la oposición.